martes, 23 de septiembre de 2014

La Mafia Del Valle Del Cauca. & Su Gente.



   Su Gente ! Norte Del Valle.

El cartel del Norte del Valle se forma después de que los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela jefes del Cartel de Cali organizan una reunión sorpresa donde el tema principal era entregarse a la policía para acabar con este negocio ilícito, les habían prometido un máximo de 5 años de cárcel sin que la policía hiciera extinción de dominio sobre sus propiedades. Hubo personas que no estuvieron de acuerdo con ésta repentina disolución del cartel que competía el temible Pablo Escobar jefe del Cartel de Medellín, los que se fueron aludiendo que querían seguir con el negocio fueron los que conformarían el cartel del Norte del Valle; este nuevo cartel tenía como cabeza visible a los hermanos Henao: Fernando Henao Montoya El Grillo, Arcángel de Jesús Henao Montoya El Mocho, Lorena Henao Montoya La Viuda De La Mafia y en especial al temible Orlando Henao Montoya El Hombre Del Overol, jefe máximo del cartel, también contaban con Andrés López Florecita, Luis Alfonso Ocampo Fómeque TocayoVíctor Patiño Fómeque El Químico o La Fiera, Carlos Alberto Oviedo Alfaro, Juan Carlos Ramírez Abadía Chupeta, Wilber Alirio Varela Fajardo Jabón, Efraín Hernández Ramírez Don Efra, Iván Urdinola Grajales El Enano, Diego León Montoya Sanchez Don Diego, Luis Hernando Gómez Bustamante Rasguño y con la ayuda del coronel de la policía Danilo González. También tuvo entre sus miembros a Carlos Alberto Renteria Mantilla Beto Renteria, Ramón Alberto Quintero Sanclemente RQ, Miguel Fernando Solano Don Miguelito, Juan Carlos Ortiz Escobar Cuchilla y Jorge Eliécer Asprilla El Negro Asprilla.




Cuerpos desmembrados, atentados con granadas, plan pistola contra transportadores y una mujer asesinada dentro de una iglesia, son señales de la nueva guerra mafiosa que padece la región. ¿Qué está pasando?
 Imagen panorámica de Tuluá. Foto: Luis Ángel Murcia / SEMANA
Ahora, cuando los vallunos creían que sus días de terror habían culminado tras sobrevivir a la hegemonía de tres grupos mafiosos (los carteles de Cali, Norte del Valle y Pacífico), la región está condenada a padecer una nueva puja territorial, pero con un ingrediente adicional: el enfrentamiento entre pequeños delincuentes que quieren ganar prestigio y poder a sangre y fuego. 
 
Eso es lo que está pasando en el Valle del Cauca, donde pese a que las cifras de homicidios bajaron un 5 por ciento en lo corrido del año, las cosas parecen empeorar en materia de seguridad, en especial en los municipios ubicados en el norte y centro del Valle.
 
Desde Cartago, Tuluá, Palmira y Jamundí, las poblaciones más violentas después de Cali, las nuevas bandas extorsionan y perpetran crímenes selectivos que si bien no empeoran las estadísticas del departamento, sí recuerdan la oscura época en la que los carteles de la mafia se exterminaban entre sí, dejando una estela de terror, régimen de silencio y creando fronteras invisibles, tal como se vivió hace diez años durante la guerra a muerte entre los capos Wílber Varela, alias 'Jabón', y su archienemigo Diego Montoya, alias 'don Diego'. 
 
En Tuluá, por ejemplo, siguen apareciendo cuerpos torturados y desmembrados a lo largo de la ciudad. Este año suman cinco personas, quienes antes de morir fueron sometidas a toda clase de vejámenes, muy al estilo de la mafia. Agosto fue no sólo el mes más violento con un crimen diario, sino el más atroz en esa ciudad. Los homicidios se cometen por tripletas, el cuerpo desmembrado de la víctima aparece por partes y muchas veces con mensajes. 
 
Así ocurrió el 27 de ese mes con el cadáver de un menor de 16 años, hallado en un andén cerca al río Tuluá. Estaba envuelto en una cobija encintada, amarrado de pies y manos y con un cable en su cuello. Según revelaron miembros del CTI de la Fiscalía, el adolescente tenía dos panfletos que decían, “De parte de 'Los Paisas' y 'Los Chagualos'” y “'Rastrojos'… Zallallines se mueren”. 
 
Semanas atrás, los tulueños recibieron aterrorizados la noticia del hallazgo de otro costal con el cuerpo de dos adolescentes asesinados a garrote y con laceraciones en sus rostros. Y el miércoles 5 de septiembre, apareció la cabeza de otra víctima con un mensaje que decía "de parte de Aníbal, alias 'Picante'". 
 
En el mismo lugar donde hallaron la cabeza, sicarios asesinaron a dos personas. Entre las víctimas de las balas llama la atención la reincidencia de mototaxistas y el empleo de artefactos explosivos para presionar el pago de extorsiones. “La explicación a tanto crimen puede estar en la guerra por el microtráfico”, dijo a SEMANA un exconcejal que pidió la reserva de su nombre. 
 
Ese mismo fenómeno de violencia se repite en Palmira, donde el narcomenudeo se convirtió en el combustible que atomizó las bandas u oficinas de cobro en la ciudad. De hecho, hace poco esta revista hizo un informe donde revela audios que muestran la frialdad de la forma como ordenan asesinatos y extorsiones (ver nota). 
 
Entre 'Machos' y 'Rastrojos' 
 
La situación más compleja se vive en el norte del Valle, una zona conformada por 16 municipios, entre ellos Cartago, Zarzal, Roldanillo y El Dovio, tristemente célebres durante la hegemonía del cartel del Norte del Valle. En esas poblaciones instalaron su poder y terror, capos de la talla de Iván Urdinola Grajales, Orlando Henao Montoya, Diego Montoya Henao, Wílber Varela y Hernando Gómez Bustamante, alias 'Rasguño'. 
 
Ese terreno abonado fue lo que permitió que el problema del narcotráfico se atomizara en esa zona del departamento y diera lugar a una cantidad de pequeñas bandas criminales sin control alguno y que se tomaron en serio su objetivo de asumir el mando. 
 
El camino les quedó despejado tras las recientes capturas y entrega de reconocidos narcotraficantes, en especial aquellos pertenecientes a 'Los Rastrojos', que es el ejército criminal creado por 'Jabón' y que heredaron los hermanos Luis Enrique y Javier Antonio Calle Serna; este último se entregó hace unos meses a las autoridades de Estados Unidos y su lugarteniente Diego Pérez Henao, alias 'Diego Rastrojo', fue capturado hace poco en Venezuela y extraditado. 
 
El problema es tan suigéneris, que en ese reacomodamiento los babymafiosos se valieron de la ayuda de bandas criminales de otras regiones como 'Los Urabeños' y 'La Cordillera de Pereira'. De paso, revivieron un grupo que ya se creía extinto: 'Los Machos', que era el ejército privado con el que Diego Montoya respondía los ataques de su enemigo Wílber Varela y defendía su territorio integrado por municipios como Zarzal, La Unión, La Victoria, Obando, Toro, Versalles y El Dovio. 





Franquicias Criminales.

                   Las Franquicias Criminales.





El campanazo lo hizo este lunes 10 de febrero la Defensoría del Pueblo a través de un informe, en el cual además lanzó la alerta sobre el riesgo inminente en el que se encuentran 250.000 personas que viven en la capital del Valle, en medio de la guerra territorial desatada por esos grupos. El crudo documento también revela la influencia que ejercen en 19 de los 42 municipios del Valle, grupos como Rastrojos y Urabeños y la manera como algunos frentes de la guerrilla de las FARC aún hacen presencia, socavando la tranquilidad y seguridad de la región.


           






Uno de los datos relevantes que muestra el informe y que ya era un secreto a voces en ese departamento, es que las pandillas de Cali se convirtieron en verdaderas ‘franquicias criminales’ que venden sus servicios al mejor postor.

Según explicó la Defensoría en su documento, “el Sistema de Alertas Tempranas constató que la contratación de grupos de delincuencia común, empleado por las FARC para la comisión de atentados terroristas, también es utilizada por Rastrojos y Urabeños para casos de extorsiones y sicariato en Cali, donde el fenómeno criminal ya afecta a 134 pandillas”.

Ese dato que parece irrelevante, es en realidad la nuez del asunto. La subcontratación de pandillas para cometer homicidios, atentados, secuestros y extorsiones, se ha multiplicado a tal punto, que hoy existen verdaderas ‘franquicias criminales’ que trabajan outsourcing al mejor postor.

De hecho, en el atentado con una bomba tipo lapa que las FARC le hizo al exministro Fernando Londoño en mayo de 2012, fue ejecutado por intermedio de una banda caleña conocida como ´El Parche de Su Ley´, y el enlace entre esa banda y las FARC, era un personaje abatido por las autoridades, llamado Diego Fernando Tabares Marín ( ver nota http://www.semana.com/nacion/articulo/y-que-este-delincuente/331454-3 ).

Gran parte de esas pequeñas bandas delincuenciales que se enganchan con organizaciones criminales de mayor envergadura, están localizadas en el oriente de Cali y específicamente en el sector conocido como el Distrito de Aguablanca, donde desde el año pasado se presentan enfrentamientos entre pandillas, por el dominio territorial para expandir el negocio del microtráfico. (Ver nota http://www.semana.com/nacion/articulo/el-desafio-del-distrito-aguablanca/345780-3 )

El informe de la Defensoría va mucho más allá y asegura que el reclutamiento de jóvenes se presenta en 17 de las 22 comunas caleñas y “afecta a 2.134 menores inmersos en pandillas (…), que son instrumentalizados ante sus pretensiones por expandir la violencia, como viene ocurriendo en las ciudades de Medellín, Montería, Barranquilla y Bogotá”.

Concluye la Defensoría que las cifras de homicidios no son las mejores para la capital del Valle, ya que el año pasado registró una tasa de 85.6 muertes violentas por cada 100.000 habitantes. En efecto, durante 2013 en Cali fueron asesinadas 1.964 personas (en 2012 la cifra fue de 1.861 y en 2011 llegó a 1.885 muertes violentas). Agrega, que de acuerdo con el Sistema de Información y Red de Desaparecidos y Cadáveres del Instituto de Medicina Legal y con corte a febrero 3, este año ya se registraron 142 homicidios en la ciudad.

Guerrilla, secuestro y extorsión

Las cifras que recopiló la Defensoría en materia delincuencial, no son las mejores para mostrar. Tanto en materia de homicidios, como ocurrencia de secuestros y extorsiones, el Valle del Cauca ocupa los primeros lugares en el país, según el documento

El informe también revela que la presencia e influencia de la guerrilla de las FARC, con su Frente 30, la Columna Móvil Arturo Ruíz y las compañías Libardo García, Miller Perdomo, Víctor Saavedra, Alonso Cortés y Gabriel Galvis, “sumada a una creciente influencia de Rastrojos y Urabeños, agravan el panorama de violencia, particularmente crítico en Cali, Buenaventura, Palmira y Tuluá, donde el año pasado se concentró el 74,6 por ciento de los homicidios y donde además coinciden las tres organizaciones en disputa por el control territorial y el narcotráfico”.

Según datos recopilados por la Defensoría el año pasado, secuestro y extorsiones se incrementaron por encima del 60 %, “con 38 casos y un incremento del 63 % entre 2012 y el año inmediatamente anterior; y la extorsión con 357 casos y un aumento del 60 %”, precisa el documento.

Desplazados

Más del 10 % de los desplazados en todo el país durante 2013, fueron del Valle del Cauca; y de ese porcentaje la mitad eran de Cali.

Según el Registro Único de Víctimas, el año pasado se registraron 84.792 víctimas en todo el país, de las cuales el 94 % sufrieron el deslazamiento forzado, “de ellas, 10.678 fueron expulsadas del Valle del Cauca, en tanto que en Cali durante los primeros 10 meses del 2013 habían sido registradas 5.427 víctimas de este fenómeno”, dice el informe de la Defensoría.

En torno a ese problema, el informe asegura que ahora el fenómeno del desplazamiento lo están matizando “por una especie de chantaje mediante el cual se ofrece hasta un millón de pesos a quienes presten sus servicios a las estructuras delincuenciales, so pena del pago de una “multa” o el abandono de sus propiedades en defensa de su integridad personal”.

En efecto, una de las ciudades del Valle que más ha padecido ese problema, es Buenaventura, donde las bandas criminales han causado el desplazamiento interno de miles de familias que se niegan a ceder a sus chantajes.

Ojalá el esfuerzo que hizo la Defensoría del Pueblo por mostrar con cifras la cruda realidad que padece el Valle del Cauca y su capital Cali, no sea en vano. Lo preocupante, es que ésta no es la primera vez que se habla en carta blanca sobre esa problemática y pese a ello muy poco ha cambiado el panorama de orden público en la región.
 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Muertes & Nacimientos !!

  Como mueren & Nacen Las Pandillas.



Ocho o diez estamos viendo lo mismo: al otro lado del caño que parte en dos el barrio Antonio Nariño, el viento que no sabe de divisiones empuja una cometa hacia el lugar equivocado.
Hace un mes, pasando hacia allá, mataron a Pica. Los amigos dicen que el muchacho ya le había dado vuelta a la vida, que todo bien. Pero de ese lado todo bien puede ser todo mal y al cruzar una de esas líneas desconocidas por el viento le dispararon.
La cometa es un hexágono relleno de papelillos de celofán que une cielo y tierra en un puñal levantado por un peladito de 13 o 14 que camina siguiendo la trayectoria de la cometa que viaja hacia donde no debe y es esperada por otros peladitos que levantan las manos tratando de agarrarla.
A media cuadra, el peladito del puñal camina hacia ellos en silencio levantando el codo a la altura de cara mientras deja caer detrás de la cabeza su arma empuñada. Es una hora de luz difusa entre las cinco y seis de la tarde y los vientos de agosto han encaramado entre las nubes otras cometas, cinco, seis, diez, pero todos a la distancia seguimos la misma que cae.

Cristian vive en Antonio Nariño, barrio de la comuna 16 donde hasta el 21 de junio de este año 16 menores de edad fueron asesinados. El mismo barrio donde en el 2009 mataron Ricky, cabecilla de La 20, una de las pandillas más temidas por la reputación de sangre que había dejado como consecuencia de la guerra abierta para controlar algunas esquinas: antes de que a Ricky lo mataran, el enfrentamiento con Los Pokitos y El Palenque dejó medio centenar de personas asesinadas en cinco años de balas perdidas y tiros que cruzaban las calles buscando ‘liebres’ escondidas entre gente que salía a trabajar y chicos que regresaban de la escuela.
Cristian habla de eso porque él mismo supo de muchos que trataron de acercarse al velorio de Ricky empujados por una voz que corrió prometiendo varios millones para el que cortara los dedos del muerto: “Parecían chulos dando vueltas, pero había mucha tomba (policía) y no pudieron entrar. Desde que no haya caciques (jefes mafiosos que ejerzan autoridad) es más o menos así. Lo de la niña que mataron en el velorio de pronto tenía que ver con el man que estaba en la caja, pudieron ser dos pandillas y a la vez no, nadie sabe”.
El coordinador del Observatorio de Realidades Sociales de la Arquidiócesis de Cali es un investigador que desde hace más de veinte 

De acuerdo con un investigador criminalístico, la forma en que se siguen aprovechando del desocupe de los muchachos es la misma de siempre: “Una moto prestada, los zapatos, el celular, el fierro y luego el compromiso”.
Actualmente, dice él, una de las labores que más les encomiendan es la de ‘los gatos’, que son los hombres que en la sombra de la noche se paran a la orilla del río Cauca para estar pendientes de los alijos de droga que vienen bajando en lanchas y canoas que arrojan la mercancía en determinados puntos del cauce.
La secretaria de Gobierno de Cali, Laura Lugo, dice que por eso este año la Alcaldía destinó 2.362 millones para invertir en “programas para la prevención de la violencia inclusión y generación de oportunidades, beneficiando a un total de 1.000 jóvenes en alto riesgo con el fin de darle un buen uso a su tiempo libre. Esta es una problemática que representa uno de los más grandes retos de la ciudad”.
Cristian y El Negro son amigos de Jaison y de Wilmar, de Manchas y de Henry. Ellos y otros chicos olvidados de Antonio Nariño, hace tres años recuperaron un pedazo de tierra extendida al lado del caño que parte en dos el barrio. Desyerbaron y botaron los escombros, sacaron las rocas y los fierros retorcidos de los carros robados que en otro tiempo fueron desarmados allí por otra gente. Limpiaron los recuerdos de robos y violaciones que también ocurrieron para convertir eso en un proyecto que un día les diera de comer. A la entrada, construido en cemento, un arco anuncia con un nombre simple lo complicado que intentan: La Granja.
En La granja, los supuestos miembros de La Sin Cinco pasan sus días correteando gallinas, gansos, pollos recién nacidos, dos cabras que saltan sobre los corrales y a un perro que bautizaron Danger y no asusta a nadie.
La gente del barrio casi todos los días les regala sobras de comida para alimentar a los animales y dicen que esos muchachos están haciendo mucho bien dando ejemplo de cómo es posible darle la vuelta a la vida aunque a nadie le interese.
Esta semana les nació un chivito. Es negro, de manchas blancas y ojos grises. Fue llamado Pica en honor al amigo que les mataron. Pica, en contravía de todo y al lado del caño, vive. Pero eso nadie lo ve. Es una hora difusa entre las siete y ocho de la noche. La Granja, levantada en la antigua escombrera, duerme sobre una frontera invisible.


Realidad !

              Como, se formo ?

                                                                                 

La primera vez que mató no paró de vomitar. Tenía algo que ver con el ribotril. Pero ¿remordimiento? eso sí no le dio: "¿por qué si ellos mataron al amigo de nosotros?", dice. Cuando Jeisson* habla en plural lo hace por él y por su "pandilla", otros 20, la mayoría menores de edad. Él de 21. El más viejo, más porque se ha echado encima la vida de otros que por edad, tiene 25 años.

Asentados en un barrio al oeste de Cali ven pasar la vida sin otro anhelo que no morir en el día. "Es que había que matar. Ellos le habían dado a otro amigo mío de puro sport, de borrachera. Nosotros entramos hasta la casa de él y nos lo bajamos y también nos tocó llevarnos por delante a un policía". 

Ese día se quitó de encima todos los escrúpulos y aprendió que es mejor matar en sano juicio, "uno sabe lo que está haciendo". Si hubiera nacido en otra ciudad distinta a Cali, la cosa sería igual. "Uno no es delincuente por que sí. El problema es la pobreza, ¿si entiende? no hay trabajo, entonces uno roba y si necesita mata". 

Jeisson y su grupo componen una de las más de 15 pandillas que operan en esta zona de la ciudad, donde está ubicado el barrio Siloé, y donde Cristo Rey observa de cerca cómo se comenten delitos
incluso bajo su nombre.

Los enfrentamientos entre pandillas, las venganzas y ajustes son las principales causas de muerte en la ciudad, que sumó hasta el 15 de febrero de este año 283 homicidios, 26 más que en 2003, según datos del Observatorio Social de la Secretaría de Gobierno.

Cali la pachanguera se resiste a ser tachada como una de las ciudades más violentas y pide acciones urgentes. Las causas se conocen: desempleo, consumo de drogas, deserción escolar, violencia intrafamiliar. Las voces al unísono piden ¡qué alguien haga algo!

¿Cómo está? ¿bien?
"Cali de por sí es una ciudad violenta". "Es que tiene una sobrepoblación tremenda, cada día se ven más los asentamientos". Las definiciones salen de las bocas amables de los caleños con su ¡ve, mirá, me entendés! 

La ciudad de los cholados y el chontaduro enfrenta ahora una de sus peores crisis sociales: el hurto callejero lo padecen los de arriba y los de abajo, los homicidios los sufren más que todo los barrios populares y al final, es Cali la que sale perdiendo.

La primera semana del año fue la más sangrienta. Los caleños lloraron a 58 muertos del 29 de diciembre al 4 de enero. En 2003, las lágrimas fueron para 39. El aumento es paulatino, cada semana más que el año anterior. Los que sufren la pérdida de seres queridos se preguntan ¿cuándo amanecerá sin balas la Sultana del Valle?
¿La paz es posible?
"¿Paz? No. eso está duro de conversar acá en Cali, hay muy poca gente que le aplica a eso. Cuando uno se sale de esto es cuando lo matan". 

Jeisson, con su sudadera impermeable y su candonga de oro, sólo sabe hablar en términos de guerra, así se crió y a eso se dedica desde los 12 años: "es que si usted quiere cambiar y los otros no qué, lo cogen sin fierro, lo matan, eso es una venganza. Ya no hay paz". 

A la voz pesimista del joven de 21 años y aún sin documentos, se suman las de otros que lograron andar por el camino derecho."Para recuperar a Cali van a tardar muchos años", afirma un caleño de 18 años, con la piel mulata, la mirada serena del que decidió estudiar, hacer las cosas distintas, pese a que a su barrio "el diablo entra rezando". ¿Y la policía? "De vez en cuando se ve".

Las mamás piden a sus hijos llegar temprano a la casa. Los taxistas se niegan cuando un pasajero pide que lo lleven a un barrio "calentura". Los que hablan de zonas como Siloé, Aguablanca o Doce de Octubre, dicen: en este momento deben estar matando a alguno. Y los que padecen a diario el problema, se persignan. A Cali toda la bendicen, mientras las víctimas maldicen.

Esperanza
Pese a la problemática, instituciones no gubernamentales, han intentado atacar las causas. Mientras en Siloé se escuchan a lo lejos las sirenas sonar anunciando que hay enfrentamientos, en la biblioteca comunitaria, sientan a dialogar a los que se odian.

Bandas como La Torre, La Mina, Play Boy, Brisas, están en una misma mesa mirando de frente a los ojos de los que mataron al amigo. La Alcaldía también trabaja en prevención del conflicto en los barrios. Gracias a este diálogo se ha logrado reducir la violencia por parte de las bandas, pero la solución necesita paciencia y sobre todo persistencia. 

Jeisson dice que una vez se acercó a una institución que lo quería rehabilitar pero "no salieron con nada". Por eso sigue midiendo los pasos por las calles del barrio. Por unas calles no puede pasar porque lo matan. Pese a eso no le teme a la muerte. "¿Miedo a morir? ¿Por qué? Todo el mundo se va a morir, aunque cuando hay peligro uno piensa en Dios". 

* Nombres cambiados por petición de las fuentes. Próxima entrega:

Aguablanca, entre la paz y la guerra. 








Esperanza
Pese a la problemática, instituciones no gubernamentales, han intentado atacar las causas. Mientras en Siloé se escuchan a lo lejos las sirenas sonar anunciando que hay enfrentamientos, en la biblioteca comunitaria, sientan a dialogar a los que se odian.

Bandas como La Torre, La Mina, Play Boy, Brisas, están en una misma mesa mirando de frente a los ojos de los que mataron al amigo. La Alcaldía también trabaja en prevención del conflicto en los barrios. Gracias a este diálogo se ha logrado reducir la violencia por parte de las bandas, pero la solución necesita paciencia y sobre todo persistencia. 

Jeisson dice que una vez se acercó a una institución que lo quería rehabilitar pero "no salieron con nada". Por eso sigue midiendo los pasos por las calles del barrio. Por unas calles no puede pasar porque lo matan. Pese a eso no le teme a la muerte. "¿Miedo a morir? ¿Por qué? Todo el mundo se va a morir, aunque cuando hay peligro uno piensa en Dios". 









Historia !

                    Pandillas ( Santiago De Cali )

“Desde los 14 años yo robaba, hurtaba y mataba. Vivía de mi fierro, un 38, que lo conseguí a punto de hurto. Me costo 650 mil pesos. Yo mate, pero no herí a nadie. En la pandilla a diario robábamos motos, ciclas, buses y a veces salían flechos a matar gente y todo eso lo hacíamos”. 

Es el relato de un joven, que con letras tatuadas en varios de sus dedos de la mano izquierda, una mirada penetrante, una cara larga, una barba a medio empezar y un piercing en su oreja izquierda, estuvo nueve años como integrante de la pandilla “Los Saavedra” que delinquían en el sector de la Comuna 7, en el Jarillón de Alfonso López, al Oriente de Cali. 

Este joven, que hoy tiene 24 años y en la actualidad se dedica a criar pollos y marranos en un proyecto de la Universidad Santiago de Cali y la Alcaldía Municipal, y a estar junto a sus dos hijas de 4 y 9 años, es uno de los cuatro ex pandilleros que entreviste para conocer cómo se vive en estos grupos.
  1. Santiago de Cali, al estar ubicada en la zona central y al abarcar los Farallones de Cali, un área montañosa que colinda con la zona selvática del Pacífico, ha sufrido la influencia de la presencia y dinámica del conflicto de los actores armados ilegales y el tráfico de drogas. Esto sumado a la importancia territorial, política y económica de la región Pacífica, corredor perfecto para la delincuencia común, el crimen organizado, la mafia, las Farc y las bandas criminales, además de su proximidad con la costa, la convierte en punto estratégico para el tráfico de droga hacía el exterior. Estos factores son el caldo de cultivo para que las diferentes manifestaciones de violencia se den, y permanezcan en la ciudad.
    En Cali los homicidios se cometen, en su mayoría, el fin de semana (viernes- sábado-domingo), cifra que aporta el 47 % de los casos, con prevalencia en las horas de la noche, de 6:00 a 12:00 p.m., un 44 % y en la tarde, de 12:00 del mediodía, hasta las 6:00 p.m., con un 23 %.
    En Cali los homicidios se cometen, en su mayoría, el fin de semana (viernes- sábado-domingo), cifra que aporta el 47 % de los casos, con prevalencia en las horas de la noche, de 6:00 a 12:00 p.m., un 44 % y en la tarde, de 12:00 del mediodía, hasta las 6:00 p.m., con un 23 %.
    Santiago de Cali, capital del Valle del Cauca, es también un espacio geográfico y social donde tienen lugar diferentes manifestaciones de violencia. De alguna manera, el contexto del conflicto armado y la violencia que ha tenido lugar en el departamento pueden influir en ello. Así, por ejemplo, la gran recepción de población en situación de desplazamiento que se ubica generalmente en barrios de las zonas periféricas de la ciudad, caracterizadas por niveles considerables de pobreza y violencia urbana, pandillas y pequeños comercios de drogas, contribuye a la agudización de estos problemas ya existentes dadas sus condiciones de vida en estos nuevos espacios: el hacinamiento, la falta de una ocupación que genere ingresos para la satisfacción de sus necesidades básicas, el grueso de una población juvenil que difícilmente puede estudiar con regularidad; situaciones que posiblemente llevan a este tipo de población a insertarse en la dinámica de un “nuevo tipo de violencia”: la violencia urbana.




Las políticas públicas de seguridad son una herramienta importante, pero ninguna medida represiva será realmente efectiva sin programas de prevención del delito. Allí es donde entran a jugar un papel preponderante los alcaldes, como primeros respondientes.
Es necesario mejorar los procesos de investigación, la movilidad, la vigilancia electrónica y la inteligencia; involucrar al ciudadano en la corresponsabilidad de la seguridad. Trabajar en la inoperancia de la justicia, con su continua y permanente congestión y la falta de protocolos claros en los procedimientos policiales, que evitan la judicialización.


El Arma de fuego es la más recurrente en los homicidios, durante el primer semestre de 2013. Representa el 89 % del total de los homicidios en la capital vallecaucana.“Si uno va a medir la seguridad en la ciudad únicamente por la tasa de homicidios, seguramente diría que nada funciona, porque los homicidios en Cali han aumentado, pero  resulta que la seguridad  en una ciudad y, más aún con las características propias de lo que sucede en Cali, hay que mirarla desde diversos aspectos”, afirmó Carlos José Holguín, secretario de Gobierno.
Las políticas de seguridad en la Sultana del Valle, han sido fuertemente cuestionadas, por la falta de resultados y la percepción de los caleños, pero a esto, la Administración local,  desde la Secretaría de Gobierno señala que si Cali no fuera una ciudad segura, no hubiéramos tenido 107 delegaciones internacionales, 3500 deportistas, durante más de 10 días, sin que se presentara ninguna situación delincuencial con ellos. Ninguno fue atracado, ni secuestrado, ni extorsionado, ni estuvo en un hecho violento.
Este año en Cali han disminuido los hurtos de vehículos y motos, los hurtos a residencias, entre otras, gracias al incremento en el programa de cuadrantes que ya llega a 130.
El secretario de Gobierno Municipal, Carlos José Holguín, aseveró que los homicidios, a septiembre del año pasado, se habían reducido en un 10%, “pero desde entonces, Cali se volvió el escenario de enfrentamientos entre bandas criminales como Los Urabeños, Los Rastrojos, Los Comba, Los bonaverenses, La Empresa, entre otras, que fueron llegando por el norte del departamento y se instalaron en la capital vallecaucana, para disputarse el negocio del microtráfico como ellos lo saben hacer, a bala”, precisó.
De acuerdo con los análisis de los consejos de seguridad en el municipio, los homicidios en Cali obedecen a dinámicas propias de bandas criminales enfrentadas por el negocio del microtráfico. En Colombia el negocio del narcotráfico pasó de ser la exportación y el comercio internacional a disputas por el microtráfico, por los sitios en las llamadas ollas, por determinados parques y calles, donde se comercializa la droga, entre otras, porque en Colombia un fallo de la Corte Constitucional permite la dosis personal.
“Por eso hemos dicho que necesitamos el apoyo del Gobierno Nacional, por eso tenemos unos grupos de intervención especial que están aquí desde hace tres o cuatro meses, y que hay que mantenerlo hasta que el problema esté controlado, al menos hasta finales de año”, indicó Carlos José Holguín.



Pandillas de Cali

Mientras el Gobierno Nacional, los medios de comunicación, los viudos del poder y los casados con el mismo insisten en vendernos a la guerrilla como el único y principal peligro para los colombianos, en cada ciudad de este país se incuba un fenómeno al que no se le da mayor importancia. Un informe realizado por la Personería demostró que en Cali hay 134 grupos de pandillas que operan en 17 de las 22 comunas de la capital del Valle.
Estos jóvenes desarraigados, con pocas opciones de superación, familias destruidas, signados por la miseria y condenados a padecerla por siempre, han tenido un aumento exponencial en las acciones delictivas convirtiéndose hoy en una de las principales amenazas para la seguridad en la ciudad.
Ellos son los encargados de controlar el tráfico de drogas en los parques y esquinas. Deciden quién pasa y quién no cruza sus imaginarias fronteras barriales. Estos jóvenes organizan grupos de ‘vigilancia obligada’, a través de los cuales extorsionan a pequeños tenderos y a los propios vecinos de los barrios populares.
En el pasado, esos jóvenes que deseamos ocultar, se movían en el oriente de la ciudad. Hoy, ya colonizaron barrios de estratos medios y todavía esta ciudad no entiende el peligro que representa su crecimiento. Cali está de espaldas a estos muchachos desposeídos, la única alternativa que surge es sacarlos de las esquinas a punta de garrote. Pero, poco a poco, ellos también se han organizado y exhibiendo su criminal poder, ya enfrentan a la autoridad. Estos jóvenes, que según la Personería superan los dos mil, se venden al mejor postor. Están implicados en grandes hechos criminales, como el atentado a Londoño Hoyos; le trabajan a las tristemente famosas bandas criminales de ‘Urabeños’ y ‘Los Rastrojos’ (otro fenómeno delincuencial que se adueña hoy de barrios populares); organizan asaltos a unidades residenciales y tienen bandas destinadas al hurto de automóviles y celulares.
En el pasado, esos jóvenes que deseamos ocultar, se movían en el oriente de la ciudad. Hoy, ya colonizaron barrios de estratos medios y todavía esta ciudad no entiende el peligro que representa su crecimiento. Cali está de espaldas a estos muchachos desposeídos, la única alternativa que surge es sacarlos de las esquinas a punta de garrote. Pero, poco a poco, ellos también se han organizado y exhibiendo su criminal poder, ya enfrentan a la autoridad. Estos jóvenes, que según la Personería superan los dos mil, se venden al mejor postor. Están implicados en grandes hechos criminales, como el atentado a Londoño Hoyos; le trabajan a las tristemente famosas bandas criminales de ‘Urabeños’ y ‘Los Rastrojos’ (otro fenómeno delincuencial que se adueña hoy de barrios populares); organizan asaltos a unidades residenciales y tienen bandas destinadas al hurto de automóviles y celulares.


Como siempre sucede en esta ciudad, los problemas diagnosticados no se solucionan. Hasta que no se vuelva inmanejable, ninguna autoridad intervendrá. Sólo esfuerzos aislados y desarticulados de una que otra organización no gubernamental intentan contener esta marea delictiva. ¿Estaremos esperando que las pandillas se transformen en esas desbordadas ‘Maras’ que gobiernan El Salvador y Honduras.