viernes, 12 de septiembre de 2014

Historia !

                    Pandillas ( Santiago De Cali )

“Desde los 14 años yo robaba, hurtaba y mataba. Vivía de mi fierro, un 38, que lo conseguí a punto de hurto. Me costo 650 mil pesos. Yo mate, pero no herí a nadie. En la pandilla a diario robábamos motos, ciclas, buses y a veces salían flechos a matar gente y todo eso lo hacíamos”. 

Es el relato de un joven, que con letras tatuadas en varios de sus dedos de la mano izquierda, una mirada penetrante, una cara larga, una barba a medio empezar y un piercing en su oreja izquierda, estuvo nueve años como integrante de la pandilla “Los Saavedra” que delinquían en el sector de la Comuna 7, en el Jarillón de Alfonso López, al Oriente de Cali. 

Este joven, que hoy tiene 24 años y en la actualidad se dedica a criar pollos y marranos en un proyecto de la Universidad Santiago de Cali y la Alcaldía Municipal, y a estar junto a sus dos hijas de 4 y 9 años, es uno de los cuatro ex pandilleros que entreviste para conocer cómo se vive en estos grupos.
  1. Santiago de Cali, al estar ubicada en la zona central y al abarcar los Farallones de Cali, un área montañosa que colinda con la zona selvática del Pacífico, ha sufrido la influencia de la presencia y dinámica del conflicto de los actores armados ilegales y el tráfico de drogas. Esto sumado a la importancia territorial, política y económica de la región Pacífica, corredor perfecto para la delincuencia común, el crimen organizado, la mafia, las Farc y las bandas criminales, además de su proximidad con la costa, la convierte en punto estratégico para el tráfico de droga hacía el exterior. Estos factores son el caldo de cultivo para que las diferentes manifestaciones de violencia se den, y permanezcan en la ciudad.
    En Cali los homicidios se cometen, en su mayoría, el fin de semana (viernes- sábado-domingo), cifra que aporta el 47 % de los casos, con prevalencia en las horas de la noche, de 6:00 a 12:00 p.m., un 44 % y en la tarde, de 12:00 del mediodía, hasta las 6:00 p.m., con un 23 %.
    En Cali los homicidios se cometen, en su mayoría, el fin de semana (viernes- sábado-domingo), cifra que aporta el 47 % de los casos, con prevalencia en las horas de la noche, de 6:00 a 12:00 p.m., un 44 % y en la tarde, de 12:00 del mediodía, hasta las 6:00 p.m., con un 23 %.
    Santiago de Cali, capital del Valle del Cauca, es también un espacio geográfico y social donde tienen lugar diferentes manifestaciones de violencia. De alguna manera, el contexto del conflicto armado y la violencia que ha tenido lugar en el departamento pueden influir en ello. Así, por ejemplo, la gran recepción de población en situación de desplazamiento que se ubica generalmente en barrios de las zonas periféricas de la ciudad, caracterizadas por niveles considerables de pobreza y violencia urbana, pandillas y pequeños comercios de drogas, contribuye a la agudización de estos problemas ya existentes dadas sus condiciones de vida en estos nuevos espacios: el hacinamiento, la falta de una ocupación que genere ingresos para la satisfacción de sus necesidades básicas, el grueso de una población juvenil que difícilmente puede estudiar con regularidad; situaciones que posiblemente llevan a este tipo de población a insertarse en la dinámica de un “nuevo tipo de violencia”: la violencia urbana.




Las políticas públicas de seguridad son una herramienta importante, pero ninguna medida represiva será realmente efectiva sin programas de prevención del delito. Allí es donde entran a jugar un papel preponderante los alcaldes, como primeros respondientes.
Es necesario mejorar los procesos de investigación, la movilidad, la vigilancia electrónica y la inteligencia; involucrar al ciudadano en la corresponsabilidad de la seguridad. Trabajar en la inoperancia de la justicia, con su continua y permanente congestión y la falta de protocolos claros en los procedimientos policiales, que evitan la judicialización.


El Arma de fuego es la más recurrente en los homicidios, durante el primer semestre de 2013. Representa el 89 % del total de los homicidios en la capital vallecaucana.“Si uno va a medir la seguridad en la ciudad únicamente por la tasa de homicidios, seguramente diría que nada funciona, porque los homicidios en Cali han aumentado, pero  resulta que la seguridad  en una ciudad y, más aún con las características propias de lo que sucede en Cali, hay que mirarla desde diversos aspectos”, afirmó Carlos José Holguín, secretario de Gobierno.
Las políticas de seguridad en la Sultana del Valle, han sido fuertemente cuestionadas, por la falta de resultados y la percepción de los caleños, pero a esto, la Administración local,  desde la Secretaría de Gobierno señala que si Cali no fuera una ciudad segura, no hubiéramos tenido 107 delegaciones internacionales, 3500 deportistas, durante más de 10 días, sin que se presentara ninguna situación delincuencial con ellos. Ninguno fue atracado, ni secuestrado, ni extorsionado, ni estuvo en un hecho violento.
Este año en Cali han disminuido los hurtos de vehículos y motos, los hurtos a residencias, entre otras, gracias al incremento en el programa de cuadrantes que ya llega a 130.
El secretario de Gobierno Municipal, Carlos José Holguín, aseveró que los homicidios, a septiembre del año pasado, se habían reducido en un 10%, “pero desde entonces, Cali se volvió el escenario de enfrentamientos entre bandas criminales como Los Urabeños, Los Rastrojos, Los Comba, Los bonaverenses, La Empresa, entre otras, que fueron llegando por el norte del departamento y se instalaron en la capital vallecaucana, para disputarse el negocio del microtráfico como ellos lo saben hacer, a bala”, precisó.
De acuerdo con los análisis de los consejos de seguridad en el municipio, los homicidios en Cali obedecen a dinámicas propias de bandas criminales enfrentadas por el negocio del microtráfico. En Colombia el negocio del narcotráfico pasó de ser la exportación y el comercio internacional a disputas por el microtráfico, por los sitios en las llamadas ollas, por determinados parques y calles, donde se comercializa la droga, entre otras, porque en Colombia un fallo de la Corte Constitucional permite la dosis personal.
“Por eso hemos dicho que necesitamos el apoyo del Gobierno Nacional, por eso tenemos unos grupos de intervención especial que están aquí desde hace tres o cuatro meses, y que hay que mantenerlo hasta que el problema esté controlado, al menos hasta finales de año”, indicó Carlos José Holguín.



Pandillas de Cali

Mientras el Gobierno Nacional, los medios de comunicación, los viudos del poder y los casados con el mismo insisten en vendernos a la guerrilla como el único y principal peligro para los colombianos, en cada ciudad de este país se incuba un fenómeno al que no se le da mayor importancia. Un informe realizado por la Personería demostró que en Cali hay 134 grupos de pandillas que operan en 17 de las 22 comunas de la capital del Valle.
Estos jóvenes desarraigados, con pocas opciones de superación, familias destruidas, signados por la miseria y condenados a padecerla por siempre, han tenido un aumento exponencial en las acciones delictivas convirtiéndose hoy en una de las principales amenazas para la seguridad en la ciudad.
Ellos son los encargados de controlar el tráfico de drogas en los parques y esquinas. Deciden quién pasa y quién no cruza sus imaginarias fronteras barriales. Estos jóvenes organizan grupos de ‘vigilancia obligada’, a través de los cuales extorsionan a pequeños tenderos y a los propios vecinos de los barrios populares.
En el pasado, esos jóvenes que deseamos ocultar, se movían en el oriente de la ciudad. Hoy, ya colonizaron barrios de estratos medios y todavía esta ciudad no entiende el peligro que representa su crecimiento. Cali está de espaldas a estos muchachos desposeídos, la única alternativa que surge es sacarlos de las esquinas a punta de garrote. Pero, poco a poco, ellos también se han organizado y exhibiendo su criminal poder, ya enfrentan a la autoridad. Estos jóvenes, que según la Personería superan los dos mil, se venden al mejor postor. Están implicados en grandes hechos criminales, como el atentado a Londoño Hoyos; le trabajan a las tristemente famosas bandas criminales de ‘Urabeños’ y ‘Los Rastrojos’ (otro fenómeno delincuencial que se adueña hoy de barrios populares); organizan asaltos a unidades residenciales y tienen bandas destinadas al hurto de automóviles y celulares.
En el pasado, esos jóvenes que deseamos ocultar, se movían en el oriente de la ciudad. Hoy, ya colonizaron barrios de estratos medios y todavía esta ciudad no entiende el peligro que representa su crecimiento. Cali está de espaldas a estos muchachos desposeídos, la única alternativa que surge es sacarlos de las esquinas a punta de garrote. Pero, poco a poco, ellos también se han organizado y exhibiendo su criminal poder, ya enfrentan a la autoridad. Estos jóvenes, que según la Personería superan los dos mil, se venden al mejor postor. Están implicados en grandes hechos criminales, como el atentado a Londoño Hoyos; le trabajan a las tristemente famosas bandas criminales de ‘Urabeños’ y ‘Los Rastrojos’ (otro fenómeno delincuencial que se adueña hoy de barrios populares); organizan asaltos a unidades residenciales y tienen bandas destinadas al hurto de automóviles y celulares.


Como siempre sucede en esta ciudad, los problemas diagnosticados no se solucionan. Hasta que no se vuelva inmanejable, ninguna autoridad intervendrá. Sólo esfuerzos aislados y desarticulados de una que otra organización no gubernamental intentan contener esta marea delictiva. ¿Estaremos esperando que las pandillas se transformen en esas desbordadas ‘Maras’ que gobiernan El Salvador y Honduras.
















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