Como, se formo ?
La primera vez que mató no paró de vomitar. Tenía algo que ver con el ribotril. Pero ¿remordimiento? eso sí no le dio: "¿por qué si ellos mataron al amigo de nosotros?", dice. Cuando Jeisson* habla en plural lo hace por él y por su "pandilla", otros 20, la mayoría menores de edad. Él de 21. El más viejo, más porque se ha echado encima la vida de otros que por edad, tiene 25 años.
Asentados en un barrio al oeste de Cali ven pasar la vida sin otro anhelo que no morir en el día. "Es que había que matar. Ellos le habían dado a otro amigo mío de puro sport, de borrachera. Nosotros entramos hasta la casa de él y nos lo bajamos y también nos tocó llevarnos por delante a un policía".
Ese día se quitó de encima todos los escrúpulos y aprendió que es mejor matar en sano juicio, "uno sabe lo que está haciendo". Si hubiera nacido en otra ciudad distinta a Cali, la cosa sería igual. "Uno no es delincuente por que sí. El problema es la pobreza, ¿si entiende? no hay trabajo, entonces uno roba y si necesita mata".
Jeisson y su grupo componen una de las más de 15 pandillas que operan en esta zona de la ciudad, donde está ubicado el barrio Siloé, y donde Cristo Rey observa de cerca cómo se comenten delitos
incluso bajo su nombre.
Los enfrentamientos entre pandillas, las venganzas y ajustes son las principales causas de muerte en la ciudad, que sumó hasta el 15 de febrero de este año 283 homicidios, 26 más que en 2003, según datos del Observatorio Social de la Secretaría de Gobierno.
Cali la pachanguera se resiste a ser tachada como una de las ciudades más violentas y pide acciones urgentes. Las causas se conocen: desempleo, consumo de drogas, deserción escolar, violencia intrafamiliar. Las voces al unísono piden ¡qué alguien haga algo!
¿Cómo está? ¿bien?
"Cali de por sí es una ciudad violenta". "Es que tiene una sobrepoblación tremenda, cada día se ven más los asentamientos". Las definiciones salen de las bocas amables de los caleños con su ¡ve, mirá, me entendés!
La ciudad de los cholados y el chontaduro enfrenta ahora una de sus peores crisis sociales: el hurto callejero lo padecen los de arriba y los de abajo, los homicidios los sufren más que todo los barrios populares y al final, es Cali la que sale perdiendo.
La primera semana del año fue la más sangrienta. Los caleños lloraron a 58 muertos del 29 de diciembre al 4 de enero. En 2003, las lágrimas fueron para 39. El aumento es paulatino, cada semana más que el año anterior. Los que sufren la pérdida de seres queridos se preguntan ¿cuándo amanecerá sin balas la Sultana del Valle?
Asentados en un barrio al oeste de Cali ven pasar la vida sin otro anhelo que no morir en el día. "Es que había que matar. Ellos le habían dado a otro amigo mío de puro sport, de borrachera. Nosotros entramos hasta la casa de él y nos lo bajamos y también nos tocó llevarnos por delante a un policía".
Ese día se quitó de encima todos los escrúpulos y aprendió que es mejor matar en sano juicio, "uno sabe lo que está haciendo". Si hubiera nacido en otra ciudad distinta a Cali, la cosa sería igual. "Uno no es delincuente por que sí. El problema es la pobreza, ¿si entiende? no hay trabajo, entonces uno roba y si necesita mata".
Jeisson y su grupo componen una de las más de 15 pandillas que operan en esta zona de la ciudad, donde está ubicado el barrio Siloé, y donde Cristo Rey observa de cerca cómo se comenten delitos
incluso bajo su nombre.
Los enfrentamientos entre pandillas, las venganzas y ajustes son las principales causas de muerte en la ciudad, que sumó hasta el 15 de febrero de este año 283 homicidios, 26 más que en 2003, según datos del Observatorio Social de la Secretaría de Gobierno.
Cali la pachanguera se resiste a ser tachada como una de las ciudades más violentas y pide acciones urgentes. Las causas se conocen: desempleo, consumo de drogas, deserción escolar, violencia intrafamiliar. Las voces al unísono piden ¡qué alguien haga algo!
¿Cómo está? ¿bien?
"Cali de por sí es una ciudad violenta". "Es que tiene una sobrepoblación tremenda, cada día se ven más los asentamientos". Las definiciones salen de las bocas amables de los caleños con su ¡ve, mirá, me entendés!
La ciudad de los cholados y el chontaduro enfrenta ahora una de sus peores crisis sociales: el hurto callejero lo padecen los de arriba y los de abajo, los homicidios los sufren más que todo los barrios populares y al final, es Cali la que sale perdiendo.
La primera semana del año fue la más sangrienta. Los caleños lloraron a 58 muertos del 29 de diciembre al 4 de enero. En 2003, las lágrimas fueron para 39. El aumento es paulatino, cada semana más que el año anterior. Los que sufren la pérdida de seres queridos se preguntan ¿cuándo amanecerá sin balas la Sultana del Valle?
Jeisson, con su sudadera impermeable y su candonga de oro, sólo sabe hablar en términos de guerra, así se crió y a eso se dedica desde los 12 años: "es que si usted quiere cambiar y los otros no qué, lo cogen sin fierro, lo matan, eso es una venganza. Ya no hay paz".
A la voz pesimista del joven de 21 años y aún sin documentos, se suman las de otros que lograron andar por el camino derecho."Para recuperar a Cali van a tardar muchos años", afirma un caleño de 18 años, con la piel mulata, la mirada serena del que decidió estudiar, hacer las cosas distintas, pese a que a su barrio "el diablo entra rezando". ¿Y la policía? "De vez en cuando se ve".
Las mamás piden a sus hijos llegar temprano a la casa. Los taxistas se niegan cuando un pasajero pide que lo lleven a un barrio "calentura". Los que hablan de zonas como Siloé, Aguablanca o Doce de Octubre, dicen: en este momento deben estar matando a alguno. Y los que padecen a diario el problema, se persignan. A Cali toda la bendicen, mientras las víctimas maldicen.
Esperanza
Pese a la problemática, instituciones no gubernamentales, han intentado atacar las causas. Mientras en Siloé se escuchan a lo lejos las sirenas sonar anunciando que hay enfrentamientos, en la biblioteca comunitaria, sientan a dialogar a los que se odian.
Bandas como La Torre, La Mina, Play Boy, Brisas, están en una misma mesa mirando de frente a los ojos de los que mataron al amigo. La Alcaldía también trabaja en prevención del conflicto en los barrios. Gracias a este diálogo se ha logrado reducir la violencia por parte de las bandas, pero la solución necesita paciencia y sobre todo persistencia.
Jeisson dice que una vez se acercó a una institución que lo quería rehabilitar pero "no salieron con nada". Por eso sigue midiendo los pasos por las calles del barrio. Por unas calles no puede pasar porque lo matan. Pese a eso no le teme a la muerte. "¿Miedo a morir? ¿Por qué? Todo el mundo se va a morir, aunque cuando hay peligro uno piensa en Dios".
* Nombres cambiados por petición de las fuentes. Próxima entrega:
Aguablanca, entre la paz y la guerra.

Esperanza
Pese a la problemática, instituciones no gubernamentales, han intentado atacar las causas. Mientras en Siloé se escuchan a lo lejos las sirenas sonar anunciando que hay enfrentamientos, en la biblioteca comunitaria, sientan a dialogar a los que se odian.
Bandas como La Torre, La Mina, Play Boy, Brisas, están en una misma mesa mirando de frente a los ojos de los que mataron al amigo. La Alcaldía también trabaja en prevención del conflicto en los barrios. Gracias a este diálogo se ha logrado reducir la violencia por parte de las bandas, pero la solución necesita paciencia y sobre todo persistencia.
Jeisson dice que una vez se acercó a una institución que lo quería rehabilitar pero "no salieron con nada". Por eso sigue midiendo los pasos por las calles del barrio. Por unas calles no puede pasar porque lo matan. Pese a eso no le teme a la muerte. "¿Miedo a morir? ¿Por qué? Todo el mundo se va a morir, aunque cuando hay peligro uno piensa en Dios".
Pese a la problemática, instituciones no gubernamentales, han intentado atacar las causas. Mientras en Siloé se escuchan a lo lejos las sirenas sonar anunciando que hay enfrentamientos, en la biblioteca comunitaria, sientan a dialogar a los que se odian.
Bandas como La Torre, La Mina, Play Boy, Brisas, están en una misma mesa mirando de frente a los ojos de los que mataron al amigo. La Alcaldía también trabaja en prevención del conflicto en los barrios. Gracias a este diálogo se ha logrado reducir la violencia por parte de las bandas, pero la solución necesita paciencia y sobre todo persistencia.
Jeisson dice que una vez se acercó a una institución que lo quería rehabilitar pero "no salieron con nada". Por eso sigue midiendo los pasos por las calles del barrio. Por unas calles no puede pasar porque lo matan. Pese a eso no le teme a la muerte. "¿Miedo a morir? ¿Por qué? Todo el mundo se va a morir, aunque cuando hay peligro uno piensa en Dios".
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